Add parallel Print Page Options

Midió otros quinientos metros: era ya un torrente que no pude atravesar, pues el agua había crecido y sólo a nado se podía atravesar: era un torrente que no se podía vadear. Me dijo entonces:

— ¿Has visto, hijo de hombre?

Después me hizo volver a la orilla del torrente. Al llegar vi que a ambos lados del torrente había muchísimos árboles. Me dijo entonces:

Read full chapter